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LA  TERTULIA

Conil de la frontera, en este pueblecito blanco a la costa suroeste de la provincia de Cádiz, nos encontramos un emblemático y agradable lugar para disfrutar de la noche, La Tertulia. Un lugar de encuentro que acoge a nativos y turistas, en un autentico patio andaluz al aire libre, donde florecen geranios y helechos, donde las veladas se alargan durante toda la noche en un ambiente de lo mas agradable, con música relajante  y una temperatura perfecta.

 

El lugar idóneo donde tomarte una copa y conocer gente.

 

 

TE ESPERAMOS !!!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ABIERTO TODOS LOS DÍAS A PARTIR DE LAS 21:00

Como llegar  : En la plaza de España a la derecha tenemos la calle Gabino Aranda, 12

 

 

HISTORIA

LA TERTULIA, UN PATIO DEL SIGLO XVII

  Juez de Paz de Conil 


   Hacia el final de la calle Gabino Aranda, en su nº 12, se sitúa una de las casas más interesantes y típicas de Conil. Conocida actualmente por “La Tertulia”, tenemos en ella uno de los más conseguidos arquetipos de la vivienda del agricultor acomodado del siglo XVII. Se ajusta al modelo mediterráneo de vivienda estructurada a través de un patio central descubierto, en torno al cual se distribuyen las diferentes habitaciones y un segundo patio trasero, en el cual se ubicaban las cuadras y el corral, inherentes al tipo de vivienda descrito. 

   Su fachada se encuentra dividida en dos plantas, a la que se abren, por un lado ventanas sitas en el piso superior, de reducidas dimensiones por estar destinadas a soberados, y por otra parte, la puerta de entrada, enmarcada ésta en pilastras de piedra arenisca, que soportan una cornisa labrada. Rematando la fachada se encuentra una cornisa corrida, y el típico pretil barroco, que hasta hace poco tiempo estuvo decorado con cuatro jarrones tallados en piedra.

   La casa se estructura a través de tres crujías paralelas a la calle, situándose el patio central entre la segunda y la tercera crujía. La construcción está realizada con muros de carga entre medianeras, de sesenta centímetros de espesor, a base de piedras de tamaños diversos y mortero de argamasa fabricado con la propia tierra del lugar. Los forjados están constituidos por vigas de madera, alfajías, ladrillos a tabla, siendo el relleno de barro, con finalidad aislante y la cubierta hecha de ladrillo tosco. Todas las paredes están enfoscadas con mortero de cal y arena, y han sido blanqueadas con infinitas capas de cal apagada.

   El patio es de grandes dimensiones, y en él destacan el pozo y la pila para lavar. El acceso a la planta superior se realiza a través de cuatro escaleras, dos de las cuales permanecen unidas por un pasillo-corredor. A través de un angosto pasillo, que parte del centro del patio, se accedía a la parte trasera de la casa, que hoy forma finca independiente con acceso por la calle Hospital. En ella se ubicaban dos cuadras, dos habitaciones en planta baja, cocina, escaleras y un sobrado.

 

Patio principal de la Tertulia, covacha y escalera doble


   Cronológicamente la casa es difícil de encuadrar en un período concreto. Las primeras referencias documentales sobre ella proceden de Escrituras Públicas de la segunda mitad del siglo XVII. En el año de 1660, Juan de Amar estableció un tributo sobre esta casa a favor de la Capellanía de don Juan de Herrera(1). Posteriormente, ante el escribano Alonso de Alba, en el año de 1664, este mismo Juan de Amar vende parte de la casa a Melchor Rodríguez Matamoros. En 1687, María Mayor aparece como dueña de la parte central de la finca, en comunidad con Diego de Baro(2). En esta época la casa pasa a propiedad de Mariana Moreno, hija de don Sebastián Ramírez Moreno, Alcalde de Conil por aquellos años.

   Doña Mariana estuvo casada con don Pedro de Amar y Moreno, Capitán de las Milicias Concejiles, al mando de las cuales estuvo en Badajoz sirviendo al monarca Felipe IV en la guerra contra Portugal(3). Por herencia la casa pasa a una hija de ambos, llamada Inés, en cuyo interesante testamente otorgado en 1710 menciona este inmueble, situándolo en la calle que entonces se llamaba de Don Martín. Doña Inés de Amar casó con don Juan García de la Suela, Sargento Mayor de la Milicia, aportando de dote al matrimonio la suma de 115.000 reales de vellón. Fruto de esta unión nacieron diez hijos y durante el siglo XVIII constituyeron la familia más rica y poderosa de Conil. Uno de sus hijos, llamado Tomás, fue Párroco de Conil, y otro llamado Sebastián fue el heredero de la casa a la que nos venimos refiriendo, habitándola hasta 1760(4).

   Para hacernos una idea del inmenso poder económico que tenía la familia Amar, cabe mencionar que poseían 632 aranzadas de tierra en propiedad, numerosas cabezas de ganado de diferentes clases, bodega y 600 pesos en alhajas de oro y plata. Al mismo tiempo llevaban en calidad de arrendatarios la Dehesa de la Villa en Conil, la Dehesa del Palmar en Vejer y la Dehesa de Aciscar en Tarifa. Las interesantes disposiciones testamentarias de doña Inés de Amar nos revelan, también, que poseía tres esclavos de color a su servicio, llamados Simón, María y Margarita, que no podían ser enajenados una vez que falleciera la testadora, otorgándoles la libertad de escoger con cual de los descendientes querían seguir sirviendo.

   A don Sebastián de la Suela le sucede su hija Mariana de la Suela y Bazán en la posesión de la casa hasta finales del siglo XVIII(5). Por entonces, compra la finca don Miguel Palomino y Sánchez, agricultor y propietario de la casa colindante de la calle del Peñón nº 16, que a la sazón fue el primer Alcalde Constitucional de Conil tras la promulgación de la Constitución Gaditana de 1812. Un hijo de éste, llamado Manuel, que también llegó a ser Alcalde, habitó la casa con sus ocho hijos durante todo el siglo XIX, cinco de los cuales, una vez casados, permanecieron viviendo en la casa. En 1880, el santanderino Don Antonio González de Oreña, que igualmente desempeñó el cargo de Primer Edil durante la Revolución Gloriosa en 1868, compra la casa a los ocho hermanos y permanece en manos de sus descendientes a lo largo de todo un siglo(6) adquiriéndola su actual propietario, Pedro Jesús de Alba Amaya, en el año 1995.

   En el último siglo, el XX, la casa pasó a ser patio de vecindad, en régimen de alquiler, llegando a estar habitada por trece familias simultáneamente. En esta etapa, la parte central de la casa estuvo ocupada por don Juan Diufain, sastre de profesión, a cuyo taller de costura concurrían un buen número de mujeres conileñas para trabajar en la confección de prendas y vestidos.

   Más arriba dije que es difícil precisar una época de construcción para esta casa, pero se puede asegurar que hace trescientos cincuenta años ya tenía la misma distribución y las mismas dependencias que en la actualidad. También sería conveniente apuntar que la casa no fue construida de una sola vez, como lo corrobora la existencia de cuatro escaleras, de distinta factura y período constructivo, pues en caso contrario habría supuesto todo un derroche de espacio y dinero para subir a la planta superior. Todo conduce a pensar que muy posiblemente la familia Amar reunió la propiedad de las distintas partes de casa, a la que dio la configuración que ha perdurado hasta nuestros días.
 

 

 

La espera ha merecido la pena.

Nuestro amigo curro nos ofrece por fin una

reflexión personal.

Hasta a mi me parece increible que en esta zona se confabulen tantas confluencias de: vientos, idiosincrasias, personalidades (a veces gentío) como las corrientes de océanos y mares (Atlántico y Mediterráneo), como el agua que corre por pequeños ríos (Salado y Conilete).
Esto es así,....y además, lo podéis comprobar por vosotros mismos.


                                     Curro.
 

Imagenes de la Tertulia

 

 

 

 

 

 

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